Resistencia a la insulina: lo que ocurre en silencio antes de la diabetes tipo 2.

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resistencia a la insulina

En este artículo encontrarás: qué es la insulina, por qué es esencial, cómo se desarrollan la resistencia a la insulina y el hiperinsulinismo, y cuáles son las señales tempranas que pueden alertarte antes de que aparezca la diabetes tipo 2.

🩸 1. ¿Qué es la insulina y por qué la necesitamos?

La insulina es una hormona vital producida por las células beta del páncreas.
Su función principal es actuar como una “llave” que permite que la glucosa —el principal combustible del cuerpo— entre en las células para ser utilizada como energía.

Cada vez que comemos, los niveles de glucosa en sangre aumentan.
En respuesta, el páncreas libera insulina para mantener el equilibrio: ni demasiada glucosa en la sangre ni muy poca dentro de las células.

Sin insulina, la glucosa no puede ser utilizada correctamente y se acumula en la sangre.
Esto es lo que ocurre en la diabetes tipo 1, donde el cuerpo deja de producir insulina.
Pero en la diabetes tipo 2, el problema es diferente: hay insulina, a veces incluso demasiada, pero las células dejan de responder bien a ella.


⚙️ 2. Las funciones fisiológicas de la insulina

Aunque solemos asociarla con el control del azúcar, la insulina tiene muchas más funciones en el metabolismo:

💪 En el músculo:

  • Favorece la entrada de glucosa para generar energía o formar glucógeno, una reserva energética.
  • Estimula la síntesis de proteínas, por lo que ayuda a conservar la masa muscular.

🫀 En el hígado:

  • Inhibe la producción de glucosa (gluconeogénesis) cuando no es necesaria.
  • Promueve el almacenamiento de glucógeno y la conversión del exceso de glucosa en grasa.

 

🧈 En el tejido adiposo (grasa corporal):

  • Estimula el almacenamiento de grasa (lipogénesis).
  • Reduce la liberación de ácidos grasos al torrente sanguíneo.

 

🧠 En el cerebro:

  • Ayuda a regular el apetito, la saciedad y la función cognitiva.

En conjunto, la insulina coordina el metabolismo de carbohidratos, grasas y proteínas, actuando como un director de orquesta que mantiene la energía en equilibrio.
Cuando esta orquesta se descoordina, comienzan los problemas metabólicos.


 

🧬 3. Resistencia a la insulina: cuando las células dejan de escuchar

La resistencia a la insulina ocurre cuando las células dejan de responder adecuadamente a la señal de la insulina.
El páncreas “nota” que la glucosa en sangre no baja lo suficiente y responde produciendo más insulina.
Al principio, este mecanismo compensador mantiene la glucosa normal, pero a costa de una hiperinsulinemia persistente.

🔍 ¿Qué provoca esa pérdida de sensibilidad?

La ciencia ha identificado varios mecanismos clave, que suelen coexistir y reforzarse entre sí:

a) Exceso de azúcar simple y bebidas endulzadas

Una alimentación rica en azúcares refinados (pan blanco, dulces, bollería, postres, bebidas azucaradas, jugos industriales) es el motor inicial del proceso en muchas personas.
Estos azúcares provocan picos repetidos de glucosa y de insulina, que con el tiempo desensibilizan a las células frente a la hormona.

Entre ellos, la fructosa —presente en jarabes de maíz de alta fructosa usados en refrescos comerciales como Coca-Cola, jugos procesados y alimentos ultraprocesados— tiene un papel especial:

La fructosa se metaboliza principalmente en el hígado, donde estimula la síntesis de grasa (lipogénesis de novo) incluso sin elevar directamente la glucosa sanguínea.

Ese exceso de grasa hepática interfiere con la acción de la insulina en el hígado, originando resistencia hepática a la insulina y hígado graso no alcohólico.

Además, la fructosa no activa los mismos mecanismos de saciedad que la glucosa, por lo que no reduce el apetito y puede favorecer la sobreingesta calórica.

Estudios recientes (Stanhope 2022, Diabetologia 2023) confirman que una alta ingesta de bebidas azucaradas aumenta el riesgo de resistencia insulínica y diabetes tipo 2, independientemente del peso corporal.

En palabras simples:

El exceso de azúcar, especialmente de bebidas con fructosa, “entrena” al páncreas a producir cada vez más insulina, hasta que el cuerpo deja de responder.

b) Exceso de grasa visceral

El exceso de grasa —especialmente la visceral que rodea órganos— libera sustancias inflamatorias y ácidos grasos libres que interfieren con la señalización de la insulina.
Las células del músculo y el hígado se “inundan” de grasa y pierden sensibilidad a la insulina.

c) Inflamación crónica de bajo grado

El tejido adiposo expandido libera citocinas inflamatorias (como TNF-α, IL-6) que alteran las vías celulares de señalización.
Es una inflamación “silenciosa”: no produce fiebre ni dolor, pero sí deterioro metabólico.

d) Estrés del retículo endoplásmico

El exceso de nutrientes, especialmente grasas saturadas y azúcares simples, sobrecarga el sistema de “fabricación” de proteínas de la célula, generando estrés celular y activando rutas que bloquean la acción de la insulina.

e) Estrés oxidativo y daño mitocondrial

Cuando hay más nutrientes de los que las células pueden procesar, se acumulan radicales libres que dañan las mitocondrias y las proteínas encargadas de responder a la insulina.

En resumen: una dieta alta en azúcares simples y bebidas ultraprocesadas es el punto de partida más común del círculo vicioso de resistencia a la insulina, inflamación y exceso de grasa hepática.

 

🔄 4. Hiperinsulinismo compensatorio: el esfuerzo silencioso del páncreas

Para mantener la glucosa normal, el páncreas aumenta la producción de insulina.
Este fenómeno se llama hiperinsulinismo compensatorio.

Durante un tiempo, este esfuerzo logra mantener la glucosa en valores normales, por eso muchas personas con resistencia a la insulina aún no tienen diabetes.
Pero este mecanismo tiene un costo:

  • Las células beta pancreáticas trabajan al límite y pueden agotarse.
  • El exceso crónico de insulina puede promover retención de sodio (sube la presión arterial), acumulación de grasa y aumento del apetito.
  • La insulina elevada actúa como una hormona anabólica: favorece el almacenamiento, no la quema de energía.

En esta fase, el cuerpo está en equilibrio aparentemente normal, pero metabólicamente alterado.


🕰️ 5. Todo ocurre en silencio… antes de la diabetes tipo 2

Este es uno de los aspectos más importantes de comprender:
La resistencia a la insulina y el hiperinsulinismo pueden estar presentes años antes de que aparezca la diabetes diagnosticable.

Durante ese tiempo, el organismo mantiene la glucosa “bajo control” gracias a niveles altos de insulina.
El problema es que ni el paciente ni muchas veces el médico lo detectan, porque los análisis de glucosa salen normales.

Por eso se dice que la resistencia a la insulina es el “preludio invisible” de la diabetes tipo 2.

Este proceso silencioso también se asocia con:

  • Aumento progresivo de peso, sobre todo abdominal.
  • Fatiga después de comer.
  • Hambre frecuente o ansiedad por dulces.
  • Elevación de triglicéridos o presión arterial.
  • Dificultad para perder peso a pesar de los esfuerzos.

Cuando finalmente la insulina ya no logra compensar, la glucosa empieza a subir: prediabetes → diabetes tipo 2.


🚨 6. Señales tempranas de resistencia a la insulina

Identificar las señales iniciales permite actuar a tiempo y prevenir la progresión hacia la diabetes.
Estas son algunas pistas a las que conviene prestar atención:

🔸 Cambios físicos

  • Aumento de grasa abdominal (cintura más ancha que las caderas).
  • Acantosis nigricans: manchas oscuras y aterciopeladas en cuello, axilas o codos.
  • Pequeñas verrugas cutáneas (“skin tags”) en zonas de pliegues.

 

🔸 Síntomas funcionales

  • Somnolencia o fatiga después de comer.
  • Deseo frecuente de comer algo dulce o sensación de hambre poco tiempo después de las comidas.
  • Dificultad para bajar de peso, incluso con dieta.
  • Retención de líquidos, hinchazón o presión arterial en aumento.

 

🔸 Indicadores en análisis de laboratorio

  • Triglicéridos altos y HDL bajo.
  • Glucosa en ayunas “alta normal” (por ejemplo, 95-99 mg/dl).
  • Insulina en ayunas elevada o índice HOMA-IR por encima del rango óptimo.
  • Ácido úrico elevado o enzimas hepáticas discretamente altas (sugieren hígado graso).

Ninguno de estos signos por sí solo confirma el diagnóstico, pero su combinación sugiere un metabolismo alterado y amerita intervención temprana.


Cuanto antes se detecte la resistencia, más fácil es revertirla.

🧭 Conclusión

La resistencia a la insulina y el hiperinsulinismo no son enfermedades menores, sino las raíces silenciosas de la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico y muchos problemas cardiovasculares.

La buena noticia es que esta condición puede detectarse y revertirse si se actúa a tiempo: mejorando la alimentación, aumentando la actividad física, regulando el sueño y controlando el estrés.

Comprender el papel de la insulina —esa hormona que trabaja sin descanso cada día— es el primer paso para recuperar el control de tu metabolismo y tu salud.

Bibliografía

1. Wolosowicz, M. et al. Recent Advances in the Treatment of Insulin Resistance. Int J Mol Sci. 2022; 23(11):6007. PMC9029454
2. Petersen, M. C. & Shulman, G. I. Mechanisms of Insulin Action and Insulin Resistance. Physiol Rev. 2018; 98(4):2133-2223. PubMed 30067154
3. DeFronzo, R. A. Pathogenesis of Type 2 Diabetes Mellitus. Med Clin North Am. 2021; 105(6):853-869.
4. Stanhope KL. Sugar consumption, metabolic disease and obesity: The state of the controversy. Crit Rev Clin Lab Sci. 2022;59(1):1–20.
5. Softic S, et al. Fructose and hepatic insulin resistance. J Clin Invest. 2020;130(6):3299–3310.

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Dra. Pilar Seijas

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